Un mundo sin orejas

Un mal cotidiano es el vivir sin ser escuchado, los momentos de verdadera comunicación parecer ser un momento kodak, pero de la época en que recién se crearon dichas maravillas.

Hoy en día en un hogar común son casi inexistentes los espacios de encuentro verbal referido a las emociones de cada uno, a los procesos en que se encuentran inmersos, y los problemas que para unos son pan comido, para otros son auténticos tsunamis que arrasan con su tranquilidad y estabilidad.

Soy psicóloga y me doy cuenta que mucha gente no tiene problemas tan grandes sino que acuden a consultar porque quieren solamente ser escuchados, que alguien les dedique una hora de su tiempo los hace sentir mejor, pueden vaciar sus anhelos e inseguridades normales, como las de cualquier cristiano, sin caer en lo patológico una gran cantidad de veces.

Que está pasando!!!?? por las barbas de Zeus!!! es que nadie en casa tiene orejas??? solo ojos para embobarse frente a un monitor o pantalla de TV?

Si tan solo dedicaramos una hora semanal para escuchar a cada integrante de la familia recíprocamente, la salud mental sería otra, en un nivel mucho más armónico.

Solo nos tomamos el tiempo para decir lo que nos molesta de los otros? y que pasa con todo eso otro que admiramos, apoyamos, queremos, o que nos inspira y enternece? queda dando vueltas en el vacío interior, sin darle existencia a través de las palabras, recuerden que en nuestro mundo humano, solo existe aquello que nombramos.

No nos permitamos vivir una vida aislados de nuestro entorno social natural, recordemos que todos tenemos que cumplir con la misma linea temporal de desarrollo, ya fuimos bebés, niños, adolescentes, adultos, y seremos viejos también, tratemos de vernos en los otros, nada es tan diferente, los problemas humanos son humanos, no son ni de Pedrito, Juanito ni Alejandrita, todos pasamos más o menos por las mismas cosas, las mismas emociones, podemos sentirnos defraudados, alegres, frustrados, desilusionados, traicionados, enfadados, eufóricos, enamorados, y mil cosas más que son transversales en la experiencia humana, nadie queda a salvo de las emociones, nadie queda a salvo del "sufrimiento".

Solo los invito a quitar el biombo que nos separa de los demás, mirarlos a los ojos y re-conocernos en ellos. Les garantizo una verdadera experiencia de aprendizaje y enriquecimiento, de agradable compartir la fraternidad de ser personas, más allá del género, la edad, cultura y todas las otras boludeces que nos separan.

ESCUCHEN!!! ESCÚCHENSE!!! aló? hay alguien ahi?...